El diario La República ha publicado un informe del periodista Ricardo Uceda sobre el ex procurador anticorrupción José Ugaz que actualmente postula a la presidencia de Transparencia Internacional. También menciona las cualidades de su contendor, el ex presidente de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Pascal Lamy. Aquí el informe:
Por Ricardo Uceda
El ex presidente de la Organización Mundial de Comercio (OMC) Pascal Lamy se postula para conducir Transparency International (TI), una de las principales ONG del mundo. TI es referente global en las iniciativas anticorrupción. Desde 2005 la preside, hasta este año, la canadiense Hugette Labelle, quien dirigiera el Ministerio de Transportes y la agencia de cooperación de su país. Lamy ha sido jefe de gabinete del Presidente de la Comisión Europea Jacques Delors y consejero principal del ministro de economía francés Pierre Mauroy. Dirigió la OMC por dos períodos, entre 2005 y 2013. Este peso pesado compite con el ex procurador anticorrupción José Ugaz. El 18 de octubre el peruano podría ganar.
ACTIVISMO ENCUMBRADO
En los noventas TI logró poner en la agenda mundial la necesidad de criminalizar la corrupción en las relaciones internacionales. Nació en 1993, cuando legendarios jefes de estado lucían impúdicamente enormes fortunas amasadas con pagos ilícitos. No era delito que en sus países grandes compañías declararan como gastos las coimas que pagaban en el exterior. Las agencias internacionales estaban acostumbradas a que los proyectos encarecieran para que los sobornos los hicieran viables. Ahora la corrupción continúa, quizá en mayor proporción pero mediante nuevas redes. TI fue decisiva para que las permisivas reglas de juego cambiaran, ilegalizando y haciendo más difíciles las operaciones deshonestas. Empleó un activismo encumbrado, dirigido a los principales foros mundiales. Influyó en la OCDE, la OEA y el Banco Mundial, y en buena medida fue partera de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, en 2003. Paralelamente desarrolló códigos, herramientas para la sociedad civil, mediciones. Confecciona, por ejemplo, un ranking de pagadores de sobornos, en el que Rusia lleva la delantera como el escenario más propicio. Su tabla más conocida es el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), lanzado en 1995, cuya cobertura alcanza a 177 países, y donde Perú ocupa el puesto 83.
INCIDIR SIN DENUNCIAR
Todo esto fue logrado no tanto por el activismo de sus bases –114 capítulos nacionales– cuanto por la enorme capacidad profesional de su Secretariado en Berlín. TI tiene un staff de 180 funcionarios, la mayoría expertos en alguna forma de análisis de la corrupción. Atienden proyectos sobre agua, industria forestal, defensa, educación, pobreza, cambio climático, asistencia humanitaria, petróleo, deportes, justicia, salud y negocios. En todos estos asuntos buscan mecanismos que dificulten las transacciones negras. ¿Qué hacen entonces los capítulos? Esa es la cuestión. Hay disparidad en su composición y resultados.
El proyecto del fundador de TI, el alemán Peter Eigen, un ex oficial del Banco Mundial, era que los capítulos nacionales no hicieran denuncias en su propio país. La idea era influir en las políticas públicas pero no enfrentar a los corruptos en las calles ni ante los tribunales. Esta ambivalencia fue contraproducente. En Perú, Integridad, el primer capítulo de TI (ahora, con otros miembros, es Proética) lo conformaron notables que terminaron participando en el gobierno de Fujimori. Con los años las propias bases pugnaron dentro de la organización para que se abandonara la crítica amigable como única estrategia. Un hito se produjo en Francia. En 2009 el capítulo en ese país de TI logró que la justicia investigara los cuantiosos bienes en París del vicepresidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang. Fue procesado por lavado de dinero y sus bienes incautados. El capítulo francés, con liderazgo dentro de TI, apoya la candidatura de su compatriota Lamy. Pero Lamy no ofrece más denuncias. Esa es más bien una bandera de Ugaz.
¿ATENDERÍA LA LLAMADA?
Lamy pone al servicio del movimiento una privilegiada red de contactos en el poder mundial para que TI mantenga su notable incidencia. Es la continuidad, el estilo de crítica amigable de Eigen y Labelle. Pero en 2011, luego de intensa discusión, los directivos de TI decidieron reorientar la organización para acercarla más al ciudadano común. No querían que se los percibiera como un think tank sino como parte de la sociedad que lucha contra la corrupción. TI decidió vincularse a los jóvenes, zambullirse en las redes sociales, crear grupos de apoyo judicial para denuncias. Nacieron sesenta consultorios jurídicos anticorrupción. Diversos capítulos idearon ingeniosas maneras de sanción social: un capítulo de Los Balcanes suele proyectar por las noches la imagen de un corrupto, con una inscripción a propósito, en las paredes de los edificios, incluyendo las de su casa. En este empeño TI cobró su primer mártir en 2013: Gustave Makonene, coordinador de TI en Ruanda, asesinado presumiblemente por los círculos de corrupción que combatía.
TI desea, pues, mantener su presencia institucional por lo alto, al mismo tiempo que se vincula con la gente. Quienes disienten de la candidatura de Ugaz, temen que con su presidencia decaiga el impacto diplomático. “¿Acaso le respondería el teléfono el presidente del Banco Mundial?” se preguntan. Sin embargo, con la presidencia a cargo del eminente Lamy, el empeño de popularizar el movimiento perdería fuelle. A diferencia del francés, Ugaz es antiguo militante de TI, y es uno de los doce directores desde 2011. Ese año fue elegido Presidente de la Comisión de Lucha contra la Impunidad, cuyos logros son un activo en su campaña. Su aliada principal es Elena Panfilova, candidata a vicepresidenta. El visible capítulo ruso que dirige es reconocido por su valentía en el enfrentamiento a la corrupción que se cobija bajo el gobierno de Vladimir Putin. Votarán por Ugaz parte de los representantes de Europa del Este, los latinoamericanos y capítulos combativos de diversas partes del mundo.
TRES NUEVOS TEMAS
Su propuesta, por una parte, busca reforzar a TI allí donde no pudo desarrollarse. Extrañamente, así como en Bangladesh hay miles de miembros, y en Alemania una red poderosa, y en Francia y Gran Bretaña iniciativas brillantemente fundamentadas, la organización es débil en naciones importantes. En Estados Unidos y Canadá es pequeña. En Brasil y China no existe. Es débil en naciones emergentes como India. Por otra parte, Ugaz se concentraría en tres temas: impunidad, gran corrupción e impacto internacional del crimen organizado. Su mensaje principal es que después de 20 años de la creación de TI no hay mucho por celebrar, pues la corrupción acosa a los Estados bajo nuevas formas.
Es inevitable, luego de lo dicho, dirigir la mirada sobre el movimiento anticorrupción local. ¿Movimiento? Quizá sea exagerado atribuirles cinética a organizaciones que fiscalizan la gestión pública en el Perú. Los grupos que protestan contra la corrupción en Áncash y Chiclayo, dos centros donde se ha robado dinero público con enorme facilidad, están desconectados de ellas.
La sociedad civil que promueve la transparencia está más bien empeñada en premiar buenas prácticas, mientras acompaña al gobierno hacia una mítica Sociedad de Gobierno Abierto. Así como ninguno de los tres gobiernos posteriores al de Fujimori supo adoptar políticas eficaces contra la corrupción, los sectores civiles tampoco lograron organizar reacciones temibles. Es una discusión abierta, y tal vez algunos ejemplos de capítulos de TI en otros países pudieran inspirar. ¿Cabe imaginar un haz de luz sobre la casa de una autoridad reconocidamente corrupta a la que el sistema judicial y el Congreso no quieran tocar?
Fuente: La República