Proética: Urge resolver situación de 500 jefes de órganos de control que no pertenecen a Contraloría

Lima, abr. 22 (ANDINA). La directora ejecutiva del Consejo Nacional para la Ética Pública (Proteica), Cecilia Blondet, consideró hoy que urge resolver la situación de los jefes de órganos de control interno que, en número de 500, no pertenecen a la planilla de la Contraloría, sino que dependen de los entes a los que deben fiscalizar.

Sostuvo que esta situación es realmente crítica, ya que dichas oficinas de control “no tienen ninguna importancia” dentro de sus respectivas entidades, al punto que el “personal que se les asigna en muchos casos no está capacitado o no es profesional”, lo cual dificulta la labor anticorrupción. Según explicó, la realidad se torna dramática, pues por un lado quienes dependen de la Contraloría se manejan bajo una serie de normas y exigencias; mientras que los otros, “actúan por su cuenta y dependen de las personas a las que deben controlar”.

“La situación es muy delicada. Las oficinas de control no tienen local, o si lo tienen, es muy precario. La formación de personal es mediocre. No tienen recursos y en esas condiciones, su accionar es prácticamente nulo”, declaró a la agencia Andina. El contralor Genaro Matute informó en la víspera que de los 700 jefes de oficinas de control interno en todo el país, sólo 200 pertenecen a la planilla de su entidad, mientras 500 son pagados por las instituciones a las cuales controlan.

Blondet precisó que esos 500 jefes de oficinas de control se encuentran principalmente en los sectores educación y salud dependientes de los gobiernos regionales así como de los municipios. “El tema central es que el sistema nacional de control debería estar regido y controlado por la Contraloría y no lo está por aspectos presupuestales”, anotó. En ese sentido, instó al Gobierno central a disponer la partida presupuestal correspondiente para hacer frente a esta necesidad.

Mencionó que este es un problema que se arrastra desde la época del ex presidente Alberto Fujimori, en cuyo mandato la Contraloría inició un proceso de desinstitucionalización. “Además, es muy conocido que a las autoridades no les gusta el control. Entonces, mientras peor funcionan las oficinas de control, mejor es su situación porque podrán tomar decisiones y hacer lo que les da la gana, tendrán mucha mayor discrecionalidad. Si funciona bien el control, la discrecionalidad se reduce”, anotó.

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