Corrupción en el sector privado: qué la promueve y cómo combatirla

(Fuente: Semana Económica) La corrupción en las entidades públicas y su excesiva burocracia son percibidas como las dos condiciones que más facilitan las prácticas anticompetitivas y la corrupción en el sector privado, según la XI Encuesta Anual de Gerentes Generales de Ipsos Perú para SEMANAeconómica (EGG). Sin embargo, los expertos interpretan que, si bien es cierto que ambos factores son agravantes del problema, bajo ninguna óptica son su causa.

No hay un solo motivo por el cual existe corrupción en el sector privado, sino que se trata de una suma de factores. Los gerentes lo saben: la falta de valores éticos y la ausencia de mecanismos de control son también percibidos por muchos como facilitadores del problema, muy cerca de los dos primeros ítems. Para saber cómo combatir la corrupción, sirve primero conocer qué la motiva.

¿QUÉ PROMUEVE LA CORRUPCIÓN? La aceptación de la corrupción como un hecho normal o cotidiano, o siquiera no tan condenable, es el motivo principal por el que hoy no somos capaces de hacer más por enfrentarla, según coinciden los especialistas consultados por SEMANAeconómica. No obstante, se trata de un problema que no sólo ocurre en el Perú.

José Ugaz, presidente de Transparencia Internacional (TI), estima que respecto a la corrupción en el sector privado, el Perú se encuentra en el promedio de los países de la región. Ello se debe en buena parte a la forma y al ambiente en el que siempre se han hecho negocios en esta parte del mundo. “Muchas empresas están acostumbradas a cargar a sus costos pagos a funcionarios, financiamiento de campañas políticas y hasta cuotas a extorsionadores; es la realidad en la región”, comentó el experto.

Para Jorge Medina, presidente de Proética, hay que tener claro que la corrupción es un problema transversal: lo que ocurre en el sector privado no puede entenderse sin analizar también al sector público. “La corrupción en el sector privado ha aumentado en los últimos años porque la corrupción en general ha aumentado. Si el Estado fuese más eficiente y si la justicia funcionase mejor, la corrupción privada habría disminuido.”, opinó el especialista.

Sin embargo, si bien existe una relación positiva entre la corrupción pública y la privada, la primera no puede ser entendida como la causa de la segunda, indicó Patricia Zárate, investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos. “El hecho de que alguien quiera ganar concursos o acelerar trámites y que exista una autoridad que le permita hacerlo a cambio de dinero, no es motivo suficiente para que haya corrupción: la decisión final está en el privado”, agregó.

Un hecho que puede haber influido en las opiniones reveladas por la EGG, al menos en parte, es que hoy la sociedad peruana no condena gravemente —y a veces incluso acepta— la corrupción. Esto se da porque la corrupción se siente como algo cercano: según el Barómetro Global 2013 de TI, el 44% de los ciudadanos peruanos ha pagado o tiene un familiar que ha pagado una coima a un policía, y el 32% ha hecho lo mismo con un juez.

El año pasado, una encuesta de Datum reveló que el 41% de los limeños votaría por un candidato que “robe, pero haga obra” (ver “Roba pero hace obra”: ¿Por qué los peruanos toleramos la corrupción?). Con todo esto, no sorprende entonces que en otra encuesta de Ipsos, de setiembre del año pasado, sólo el 22% de los encuestados haya declarado que se fija en que un candidato no haya estado involucrado en casos de corrupción antes de votar por él.

EL TORO POR LAS ASTAS: CÓMO COMBATIR LA CORRUPCIÓN PRIVADA Para luchar contra la corrupción en el sector privado se requiere de sus principales actores, sugiere Jorge Medina. Para lograrlo, plantea la adopción de programas anticorrupción que se discutan desde los directorios. Estos programas deberían comenzar por definir qué se entiende por corrupción y qué actos comprende, para luego extender esa información a toda empresa y hacer responsables a todos sus miembros. Además, deben establecerse canales de denuncias anónimas que lleguen a un tercero, y finalmente todo el programa debería ser constantemente auditado.

El liderazgo también juega un rol importante: si varias empresa líderes empiezan a ser públicamente más exigentes en sus estándares anticorrupción, se podrían crear lo que TI llama “cárteles de dignidad”, explica José Ugaz. La percepción de que para estar entre los mejores hay que cumplir con esos estándares podría generar un efecto dominó, pues las empresas lo harían de forma voluntaria. Ugaz dijo sentirse optimista, pues nota un cambio de actitud en el sector privado peruano en los últimos años, y sabe que este tiene los recursos necesarios para generar un cambio.

La corrupción en el sector privado no sólo existe sino que es altamente percibida por los peruanos: según el Barómetro Global, la mitad de la población piensa que las empresas privadas son corruptas. El problema debe llamar la atención: según estima Medina, la corrupción en el Perú cuesta entre 4% y 5% del PBI y genera pérdidas a las empresas por hasta 10%. La EGG revela que los gerentes están al tanto del problema, pero para lograr soluciones es vital sean ellos mismos quienes tomen el toro por las astas.

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