(Fuente: The Economy Journal)
La lucha contra la corrupción le ha costado más de un problema al ilustre jurista peruano José Ugaz, Presidente de Proética. No es fácil oponer a los poderes políticos y económicos de su país… Durante catorce meses estuvo a cargo de la Procuraduría Ad-Hoc para el caso Fujimori-Montesino, el caso más importantes en la historia peruana, en que se llegó a sentenciar a más de ciento veintes personajes claves de eta etapa, empezando por el propio Alberto Fujimori.
José Ugaz, con un amplio currículo ha trabajado en el Departamento de integridad Institucional del Banco Mundial, en el Consejo de la Conferencia Internacional Anticorrupción y en Transparencia Internacional, de la que fue presidente durante tres años.
Sr. Ugaz ¿Fomentan los poderes políticos la connivencia con la corrupción?
En los casos de gran corrupción o corrupción sistémica, ocurre lo que la investigadora norteamericana Sarah Chayes denomina corrupción como “Sistema Operativo”, es decir, no es un problema de individuos desviados, sino una perversión del sistema de gobierno, en el que sofisticadas redes, que incluyen a los poderes políticos, cruzan fronteras sectoriales y nacionales para beneficiarse a costa del bien común. Se produce una interrelación entre representantes de la clase política, funcionarios públicos de alto nivel, una élite empresarial y organizaciones criminales. Desde esa perspectiva, los poderes políticos son parte del sistema operativo de la corrupción.
En países donde la gran corrupción no ha tomado el control, o no padecen de corrupción sistémica, existen normalmente sectores de los poderes políticos que actúan como aliados de la corrupción, cuando no forman parte de las redes corruptas propiamente dichas. España es un buen ejemplo de esta situación, conforme lo demuestran recientes escándalos como el del financiamiento del PP o el caso Pujol.
¿La corrupción está instalada en todos los regímenes?
Depende de la situación de cada país y sus tipos de gobierno. Según la última versión del Indice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional, dos terceras partes del planeta están severamente afectadas por la corrupción. Sin embargo, existen ejemplos como el de Hong Kong, Botswana, Uruguay, los países escandinavos, entre otros, en los que no ha habida penetración de la corrupción en los sistemas de gobierno.
¿Quién es más corrupta, la derecha, o la izquierda?
La corrupción no distingue ideologías. Como señala el profesor Klitgaard, es como el SIDA, no diferencia status social, género, edad, ni opción ideológica. El caso Lava Jato es la prueba irrefutable de que la corrupción penetra tanto a la derecha (Temer, los grandes empresarios de la construcción, Toledo, Martinelli, etc.), como a la izquierda (Lula, Kirschner, Maduro y su pandilla, Ortega, etc.).
La corrupción tiene que ver con el abuso de poder, la anteposición del beneficio personal antes que el bien común, la angurria, y en muchos casos, con sistemas disfuncionales en los que los grupos de poder se organizan para obtener beneficios para ellos y los suyos.
¿Qué papel juega los empresarios en la corrupción política?
Muchas élites empresariales se prestan al juego de la corrupción o forman parte de las redes corruptas. Normalmente la corrupción pública requiere de actores privados que se coludan con argollas de políticos o funcionarios para beneficiarse mutuamente. En algunos casos son promotores de la corrupción, en otros, buenos acompañantes.
Existen también sectores empresariales que ante la extorsión que implica la corrupción, se victimizan y prefieren allanarse a las prácticas corruptas.
Finalmente, también ocurre que a veces algunos empresarios son colocados en una situación de indefensión en la que no pueden hacer mucho o nada contra la corrupción a riesgo de desaparecer como negocio o incluso sufrir riesgos físicos.
¿Por qué en democracias consolidadas la corrupción no se erradica?
“Corrupción cero” es una utopía, porque ésta, en su origen, es una práctica inherente a la naturaleza humana, a la ambición. En caso de democracias consolidadas, la corrupción aparece como una práctica de grupos o individuos desviados, tal como ocurre con otros fenómenos criminales.
¿Por qué en México y Venezuela es imposible erradicar la corrupción?
En el caso de esos países, como ocurre en casi toda América Latina, los altos índices de corrupción tienen que ver con el patrón de colonización español, basado en el clientelismo y el extractivismo, sistemas centrados en la obtención de beneficios para unos cuantos a costa de las mayorías. En muchos de los países de nuestra región, la corrupción se ha impregnado en la estructura, es parte del sistema y por lo tanto forma parte del ejercicio de poder y del sistema operativo.
En países con regímenes autoritarios (Venezuela, Nicaragua) o penetrados por la corrupción sistémica (México, Perú, Guatemala, Brasil, etc.), la corrupción tiende a ser mayor por la concentración de poder, falta de transparencia, falta de funcionamiento de instituciones de control como los sistemas de justicia, policía, etc. En suma, en esos casos, hay una captura del Estado por élites corruptas o dictaduras.
¿Quién paga las consecuencias de la corrupción?
Al final la pagan todos, pues la corrupción termina deteriorando las condiciones de vida, genera violencia, inequidad, falta de estabilidad y gobernabilidad, etc. Sin embargo, quienes pagan la peor factura al final, siempre son los sectores más pobres o vulnerables de la sociedad.
¿Qué papel juega en la lucha contra la corrupción Transparencia internacional?
Transparencia Internacional es una coalición que agrupa a organizaciones nacionales de más de 114 países. Desarrolla una acción local a través de sus capítulos y también una acción global como movimiento internacional.
Existen múltiples formas de incidencia desarrollados por Transparencia Internacional, desde campañas denunciando casos específicos de corrupción, prácticas que deben ser erradicadas o cambiadas, hasta propuestas y desarrollo de herramientas para incrementar la transparencia, el acceso a la información, la participación ciudadana en la fiscalización del ejercicio del poder o el gasto público, etc.
TI desarrolla su acción en múltiples campos, como el de la educación, el sector privado, los sistemas de justicia, trabajo comunitario, gasto público, gobernabilidad, etc.
¿Qué significó para usted su paso, como presidente, por Transparencia Internacional?
Ha sido una experiencia invalorable. Me ha permitido adquirir una visión global de la dimensión de la corrupción y el tremendo daño que está causando en el mundo contemporáneo. He podido experimentar en directo el impacto que tiene la gran corrupción en los derechos humanos de vastas mayorías empobrecidas del tercer mundo y las disfunciones y distorsiones que genera incluso en países desarrollados.
También, sin embargo, me ha permitido constatar una tremenda energía en sectores ciudadanos cada vez más conscientes de los perjuicios que acarrea la corrupción, los que se están movilizando por miles y millones alrededor del mundo para exigir un cambio, decirle basta a la impunidad y demandar un vida digna, justa y solidaria, en la que no sean unos cuantos los que se enriquezcan a costa de la mayoría.
¿Qué coste tuvo para usted los procesos contra Fujimori, Montesinos y sus colaboradores?
Luchar contra la corrupción, cualquiera sea su naturaleza, siempre genera un coste. En mi caso, las fuerzas corruptas, que siempre hacen férrea resistencia, desarrollaron intensas campañas de difamación y “asesinato de carácter”, tratando de enviar el mensaje que nadie está legitimado en un país como el Perú para luchar contra la corrupción porque “todos somos corruptos”.
También hubo un amago de secuestro de uno de mis hijos y una bomba instalada en mi vehículo que finalmente no llegó a explotar.
Sin embargo, puesta la experiencia en la balanza, ha sido mucho más valiosa la vivencia positiva expresada en el reconocimiento de la ciudadanía, el apoyo de instituciones y medios de comunicación serios que respaldaron nuestro trabajo hasta el final.
¿Cree que la lucha contra la corrupción está perdida?
No, creo que es posible mantenerla bajo control para que no afecte la vida de millones de personas, especialmente los más pobres, como ha ocurrido en varios países. En este espectro de “luces y sombras” que presenta la gran corrupción en nuestro tiempo, hay una gran esperanza en las luces: la movilización ciudadana, la ruptura de situaciones de impunidad históricas, la reacción de los sistemas de justicia en varios países, etc.
El reto es darle sostenibilidad a estos esfuerzos anticorrupción. Soy optimista, creo que se trata de ´procesos acumulativos, y que en el tiempo iremos construyendo, con el esfuerzo de muchos, un mundo en el que la corrupción no sea un obstáculo para el desarrollo, la paz y la felicidad de la mayoría.
4/07/2018